Antes de su regreso a Chile, el español detalla su presente y desacredita el mito en torno a su figura. “Ahora tengo un estupendo bar en casa”, cuenta.
Ni el Ángel con Alas Negras, ni el Rey de los Suburbios, ni el Dylan Español. Tampoco el Profeta del Vicio, como lo bautizó la prensa chilena en una de sus visitas. En Lo niego todo, la canción que le da el título a su decimoséptimo disco, Joaquín Sabina (68) rehuye de su propia leyenda enumerando todos los apodos que le han colgado en sus más de cuarenta años de carrera artística, incluyendo el que más detesta: “el Juglar del Asfalto, ese me parece abominable, una cursilada tremenda”, dice riendo al otro lado del teléfono, con su voz gastada por décadas de bohemia, nicotina y todo ese imaginario de taberna que el cantautor español intenta desmitificar -no sin cierto sarcasmo- en su último LP. Nota aquí.
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