miércoles, noviembre 29, 2017

Joaquin Pérez Azaústre

Petrópolis

La tolerancia no era vista, como hoy, con malos ojos, como una debilidad y una flaqueza, sino que era ponderada como una virtud ética.
 
Stefan Zweig, El mundo de ayer


En esta habitación de hotel no soy un hombre,


ni soy un hombre más, ni un único hombre,
ni mucho más que un hombre a punto de morir.

El espejo del baño me muestra un hombre muerto,
que ya sabe que ha muerto,
que planeó la liturgia de las horas contadas
y las pocas palabras que aún podrá escribir.


Completo aquí.

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