jueves, diciembre 14, 2017

María Guivernau

FALTAN PALABRAS

A veces 
no sobran las palabras.
A veces, faltan.
Se anudan los sentimientos
en la boca del estómago
o en los pulmones,
y terminan explotando
entre las costillas.
Y la onda expansiva
rebosa los lagrimales de agua salada,
y la garganta, de llanto.
El cuerpo reposa,
vacío y deshidratado,
herido,
hundido en el silencio.
No hay palabras.
Porque faltan.
Como el aliento.


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