“Cantar sobrio cuesta tela”
Carmona, con su cutis oliváceo y su nariz de rapaz nocturna, se antoja el moreno de verde luna en persona.
Madrid, ese sitio al que los Ketama rogaban que viniera a su primo Joselín en la mítica canción de hace 30 años, se cuela en el salón de Antonio Carmona a través de los cristales arrasados por la lluvia. Su madre, la del artista, reposa viendo la tele con su imponente estampa de gitana antigua. Hoy es su 80º cumpleaños, el de la matriarca, y también el día del padre, y Juan Habichuela, el patriarca fallecido hace tres años, parece bendecir la escena desde el retrato que preside la pieza. El niño, porque niños son los hijos aunque pasen ya del medio siglo, se está cambiando para las fotos para parecer más “lorquiano”. No hacía falta. Carmona, con su cutis oliváceo y su nariz de rapaz nocturna, se antoja el moreno de verde luna en persona. Como casi no lo cuenta, ahora lo canta en verso. Nota aquí.
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