jueves, mayo 24, 2018

María Guivernau

(Sin) RIENDAS

El estridente sonido del miedo
se volvió silencio
tras el abrazo.
Beso a beso
se deshicieron las capas
y, bajo ellas,
la desnudez sin trinchera.
Un gemido rompió el silencio.
Después,
el salto al vacío sobre un colchón,
el vuelo sin pista de aterrizaje,
la danza de dos cuerpos
siguiendo el ritmo del deseo.
Escudos derretidos
por el fuego,
dejando el pecho a la intemperie
y el latido cabalgando libre,
sin riendas.
Sin freno.
Sin límites.



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