lunes, julio 16, 2018

Joaquín Pérez Azaústre

Ulises

El rostro de Agamenón no fue aquella máscara de oro encontrada entre las ruinas de Micenas, bajo la Puerta de los Leones que tan bien describió Esquilo en La Orestiada. Heinrich Schliemann, después de haber hallado la ciudad de Troya en 1870, partió hacia Micenas, o donde él pensaba que había estado Micenas, y creyó mirarse en la máscara mortuoria del rey griego cuando se contempló en el brillo de sus facciones doradas; pero pertenecía a un rey micénico anterior, por lo que ese rostro de misterio se hundió en las profundidades homéricas del sueño. Estos días, un equipo de arqueólogos griegos y alemanes ha encontrado una placa de arcilla en Olimpia, en el Peloponeso, con la inscripción más antigua que se conserva de La Odisea. El fragmento recoge 13 versos en los que el héroe Odiseo, o Ulises, habla a su criado Eumeo, aquel porquero fiel a su señor que lo acoge cuando regresa a Ítaca disfrazado de mendigo, pero sin reconocerlo. Nota aquí.


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