La barra del bar, una costumbre porteña que sobrevive en la era de las redes sociales
Aunque con menos fuerza que antes, el café del barrio sigue siendo para muchos, un lugar fijo de encuentro con amigos.
Hay lugares a los que uno sabe a qué hora entra, pero nunca a qué hora los deja. La Ciudad de Buenos Aires siempre se caracterizó por sus bares tradicionales. Representaban una segunda escuela, la paralela, la “no formal”. En sus mesas se podía compartir un café, una cerveza o un copetín con periodistas, albañiles, abogados, municipales, punguistas, tangueros, estafadores, levantadores de quiniela clandestina y alguna que otra prostituta, entre tantos oficios. El que atendía era el mozo de siempre, que conocía de memoria las preferencias de sus clientes, y sus historias. El dueño, en la mayoría de los casos, no tenía problemas en fiar. Nota aquí.
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