Bajaba por la callada colina y ahí estabas tú,
como un mendigo agazapado en el recodo,
en la curva que, a la inversa, anuncia la cuesta.
Búhos, grillos y ladridos lejanos te pintaron de tristeza.
Te interrumpí hablando con la Luna,
decías cosas que no podemos oír.
pero que adormecían la hierba.
Completo aquí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario