DESILUSIONES
Soy del todo intolerante
con las desilusiones.
Detesto el regusto amargo
y el paisaje desolado
que dejan a su paso,
el vacío,
la desgana,
la tristeza.
Pero, sobre todo,
detesto
la incapacidad mía esta
de no advertirlas
y saber esquivarlas
cuando presiento que se acercan.
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