La voz de la ternura áspera
Se desmarcó de los géneros y cultivó la ambigüedad, a lo largo de una vida tan intensa como sus canciones.
María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano. Sí, tanto nombre para que el mundo la conozca “apenas” como Chavela Vargas. Incluso solo como Chavela. La Chavela. La indomable Chavela. Francisco y Herminia, sus padres abandónicos, se lo pusieron cuando nació, un día como hoy pero hace cien años, en San Joaquín de Flores (Costa Rica), y la extensión de ese interminable nombre inicial tal vez tenga una sola utilidad: ofrecerse como analogía de su vida. Su larga vida al sol, a las sombras, a los desamores, al tequila, al sufrir una vida que se traduciría en la áspera ternura de sus boleros y corridos. Vida que no fue de cien años, pero casi. Entre que nació y murió (el 5 de agosto de 2012, con vista al monte Chalchi, de Tepoztlan, México) pasaron noventa y dos. Casi un siglo en que esa voz se ofreció a la canción ranchera como un sacrificio al sol. Nota aquí.
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