martes, abril 02, 2019

Christian Masello

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Ya todos deben saber que Joaquín Sabina está en Argentina. Que, junto a sus compinches Luis García Montero y Benjamín Prado, anda poetizando en el Congreso de la Lengua. Yo, que tanto lo quiero y admiro, más allá de la alegría de saber que hace lo que más le gusta –disfrutar de la palabra en cualquiera de sus formas–, peco de tristeza, porque vivir tan al sur del sur esta vez me impidió ir a darle el abrazo que siempre tengo listo para él. Con este estado de ánimo a cuestas, escribí un...
“Soneto herido de lejanía”:
Un tal Dios brinda con san Lucifer,
dicen que Sabina anda por aquí;
como falta de velo una iraquí,
canturrea “y volver, volver, volver”.
Varios brindis largos, una lectura,
amigos poetas del club de Rota
que van como jugador con pelota
desparramando mares de cultura.
Pero no existe ser que me consuele,
-tristeza- se me aja la sinfonía.
La distancia, siempre excesiva, duele.
En el lejano sur, con agonía,
abro la ventana para que vuele
mi soneto herido de lejanía.


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