martes, mayo 14, 2019

Luis García Montero

Canto de amor a Barcelona

Pocos elogios de la hospitalidad son más hermosos que el que hace don Quijote al hablar de Barcelona. En esa rara mezcla de elocuencia, dignidad y sabiduría con la que Cervantes caracterizó las palabras de su personaje, el caballero andante agradeció el trato recibido en una ciudad en la que además descubrió el mar y el mundo de la imprenta. Así que viene de muy lejos la imagen de Barcelona como gran capital del libro hispánico. Por eso resulta tan lógico que la Feria del Libro de Buenos Aires se haya dedicado este año a la ciudad catalana.

Buenos Aires ha sido otra de las grandes ciudades del libro; y también un ejemplo significativo de que la hospitalidad enriquece al lugar que abre sus puertas para quien necesita un refugio. Cuando los totalitarismos incendiaron Europa en la mitad del siglo XX, a las orillas del Río de la Plata llegaron editores obligados a huir de España, Italia y Alemania. El poder cultural del Régimen franquista, por ejemplo, había empezado a ejercer la censura sobre las publicaciones de la editorial Espasa. La Imprenta López, fundada en Buenos Aires a principios de siglo por inmigrantes españoles, dejó de colaborar con Espasa y se unió al trabajo de los exiliados para poner en marcha Losada, Sudamericana y otros sellos que marcaron la gran transformación de la industria editorial en español a lo largo de los años 40. Nota aquí.


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