(AMANECIENDO)
Somos corazas
hasta que el calor de la piel
nos incendia.
Entonces,
sólo entonces,
desnudos,
podemos ser tú y yo de verdad.
Fluyendo.
Enganchados.
Ahora.
Sin contemplar el horizonte
ni siquiera
para admirar el amanecer
de nuestros cuerpos extasiados.
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