Recorriendo pulperías se encontró con las huellas de Don Segundo Sombra y Juan Moreira
Un viaje por algunas pulperías de la provincia de Buenos Aires, paradas obligadas de los gauchos de antaño que pasaban de regreso a su rancho. Historias de los dueños de esos viejos almacenes y de personajes legendarios.
Las pulperías y almacenes de campo, que crecieron y algunos murieron con los pueblos, hoy nos “alimentan” con su historia. Eran el centro de reunión de los pueblos al terminar la jornada, para realizar fiestas o reuniones. El almacén de ramos generales donde podías comprar desde un clavo y yerba, hasta combustible. Hoy, esas paredes, mesas y mostradores guardan una gran historia entre sus grietas.
La mayoría de los pueblos nacieron con la estación de ferrocarril, otros con el almacén o la pulpería, parada obligada de los gauchos que pasaban por ahí en el regreso a su rancho. No había autos y viajar a la ciudad más cercana a realizar las compras no era cosa de todos los días. El almacén de ramos generales era el supermercado de hoy, donde se conseguía de todo, algunos tenían estafeta, recibían y enviaban correspondencia cuando pasaba el ferrocarril. En los pueblos que no contaban con este medio pasaba la diligencia. Nunca faltaban las discusiones que, por un traguito de más, desenfundaban su facón o sacaban su trabuco. El pulpero, atento detrás de su reja, ponía orden con su gran vozarrón mientras sostenía su escopeta para alertar a los paisanos. Nota aquí.
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