Qué más da. -
Gotea el gorjeo del pájaro en la tarde,
mientras el austro visita mi habitación,
mi guitarra, mi canción, mi carne,
nuevas tonadas que quedarán en la libreta
llena de apuntes, garabatos,
que quizás un día recupere sin tus labios.
Me falta la fuerza de la marea,
la ternura del nido apresurado,
miro las cuerdas vibrantes
y su sonido me lleva al otro lado,
a un cuento donde era príncipe
de ríos y montañas infranqueables;
con mi núbil cabellera al viento
todo ocaso era un beso de sol exprimido.
Completo aquí.
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