Los Afectos.
Porque a todos nos llueven los años
deberíamos con el aliento
sacar brillo a los afectos.
Podríamos necesitarlos
en la fría gasolinera del abandono,
en la afasia a la hora
de pasar lista al calendario,
o en la amnesia de tus ojos
cuando quisieras recitar mi nombre.
Pero los años son el desierto, la lejanía,
un relato de novela nunca leída.
Son el allá,
el: tal vez.
Pero llegan cada día.
Completo aquí.
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