miércoles, enero 01, 2020

Elvira Sastre

Días extraños

Lo cierto es que la Navidad nos trae momentos mágicos y duelos sin victoria


Son unas fechas extrañas las de estos días. Observo a la gente. Algunos celebran las Navidades con una alegría pasmosa, como si ser feliz fuera sencillamente fácil y sólo dependiera de pasar los días señalados en el lugar adecuado. Los hijos que vuelven, las sorpresas orquestadas, regresos inesperados y emigrantes que sólo tienen la Navidad para el reencuentro. Son –somos– gente con suerte, que cuidamos a nuestras familias como lo que son: un refugio. Otros aparentan una simpatía que está marcada por los hilos de la tensión, que son palpables bajo la algarabía y el frenesí de las reuniones familiares. Leo comentarios de personas de distintos géneros e identidades que vuelven a la casa de sus padres disfrazados de otros y esperan que todo termine para marcharse un poco más rotos, un poco más solos; mujeres que se preparan los días antes para ser cuestionadas por su falta de deseo maternal; vegetarianos a los que les ponen un plato de carne encima de la mesa con sorna; encontronazos con el pariente de turno, ese que sólo ves los días señalados, la intolerancia como postre y una necesidad inconfundible de volver al círculo creado. También hay otros, cada vez más visibles, que hacen público su desasosiego para encontrar comprensión, esos para los que estos días festivos no son fáciles, son motivo de tristeza, ya sea por ausencias obligadas o por familias tóxicas. Y hay a quienes, simplemente, no les gusta. A ver: cada uno gestiona lo suyo como puede. Nota aquí.


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