jueves, enero 30, 2020

Elvira Sastre

Como los aviones

Lo que más me gusta de los sueños es su capacidad de síntesis, cómo son capaces de reducir a una única imagen algo tan inmenso


Hoy te he vuelto a ver. Paseabas por Gran Vía como el día aquel en el que te recogí en mis manos después de que un hombre te empujase sin querer hacia la carretera. La parte peatonal aún no se había ampliado y siempre te quejabas de que para la gente como tú, tan pequeña que cada vez que llega a un mostrador se tiene que poner de puntillas, era muy difícil hacerse paso. Yo me reía, pero por dentro pensaba el miedo que me daba que no fueras consciente de que, si quisieras, podrías colgar un cuadro del techo sin moverte del sofá. Tu conformismo siempre me asustó. Pero no es solo eso: es que me atemorizaba ver en ti a alguien que no eras, querer a alguien que no existía. Eso nos puede llevar a enamorarnos por error y de mentira. Y eso sí que es un verdadero suplicio. Crónica aquí.


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