La nota que no tocas
Quique González ofrece algunos de los conciertos más bellos de su carrera con un repertorio reposado y elegante
Tenía Quique González un reto difícil: encontrar un lugar nuevo sin apenas moverse del sitio. La publicación de su último álbum, Las palabras vividas, supuso un movimiento extraño para él y para su público. Por primera vez en toda su carrera ninguna composición de uno de sus discos llevaba su nombre. Esa labor recaía en su admirado poeta Luis García Montero. Un asunto inaudito para un creador que se ha definido en la escena española a través de sus letras, construyendo un universo particularísimo y recurrente para sus seguidores. El nuevo disco parecía un movimiento anecdótico, incluso un paso atrás, más aún cuando su sonido desaceleraba con fuerza todo lo que proponía Me mata si me necesitas, su anterior y vigoroso álbum, así como su vibrante propuesta en directo recogida en un posterior disco.
Quique sabía que había girado durante los últimos años con la mejor banda que ha tenido nunca: Los Detectives. Un conjunto que a su lado era el aguijonazo de rock perfecto. Directo, impetuoso, veneno en el cuero. Un grupo que además contaba con la voz de Nina de Morgan, consagrada sobre el escenario como una vocalista de un timbre desgarrador, sacándole nueva luz a grandes canciones como De haberlo sabido. Sabía Quique que el movimiento no podía ser emular lo mismo. ¿Se podía cambiar radicalmente? Quizá, pero, como ha dicho en varias ocasiones, los cambios no deben forzarse. Él tampoco es un artista de radicales. Nota aquí.
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