Miguel Hernández también debería ser de la derecha española.
El hombre acecha es un libro de especial importancia en la obra de Miguel Hernández. Escrito durante la guerra, destaca en él una preocupación humana emocionante. No se trata ya de defender las ideas por las que se lucha o denunciar al enemigo, sino de mirarse a las propias manos. Aunque se tenga la razón, es peligroso que las injusticias ajenas, el rencor y el odio nos conviertan en una fiera. Miguel Hernández se miro las manos; tuvo miedo de verlas convertidas en garras por culpa de la crispación: "Garras que revestía / de suavidad y flores, / pero que, al fin, desnuda / en toda su crueldad".
La dedicatoria a Pablo Neruda explicaba el sentido de este libro: "Tú preguntas por el corazón, y yo también. Mira cuántas bocas cenicientas de rencor, hambre, muerte, pálidas de no cantar, no reír: resecas de no entregarse al beso profundo…". Por eso apostó por el amor en el último poema: "El odio se amortigua / detrás de la ventana". Por eso terminó con una petición clara: "Dejadme la esperanza". Y por eso, ya perdida la guerra, prisionero y condenado a muerte, escribió uno de los libros más cargados de humanidad en la poesía contemporánea: Cancionero y romancero de ausencias. Nota aquí.
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