jueves, febrero 06, 2020

Rodolfo Serrano

Medicinas y males
Hde confesar que tengo, a veces,
la tentación de dejar mis medicinas.
A la mierda tensiones, colesterol, azúcar,
tumores y vahídos, el vómito y la náusea,
dolores o la artritis
que van dejando el cuerpo
desolado.

Y sentarme y pensar cuando era todo
una Arcadia feliz
sin la atorvastatina,
sin losartán, sin las agujas
malditas que nos salvan. El ácido
acetilsalicílico para limpiar las venas.
Y esperar, nada más, sencillamente,
a ver qué es lo que pasa en mis entrañas
sin química, sin polvos milagrosos,
sin pastillas de brillantes colorines.
Y dejar que esta carne se libere,
y que nervios y sangre recuperen
la vida natural, el golpeteo
del corazón y el pecho como siempre
ha sido a lo largo de mi historia.
Cuando vuelvo cargado con la bolsa
de la farmacia, pienso que esto,
por mucho que se diga es imposible
que pueda sentar bien. Y, al fin, es un veneno.
Mas todas las mañanas,
obediente y sumiso, resignado,
me tomo mis pastillas. Por si acaso.


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