«No quiero entregarme al desánimo»
El artista manchego, que perdió el pasado 17 de febrero a su esposa, la también pintora María Moreno, afronta en su estudio este nuevo revés: el confinamiento por el coronavirus. Es el único superviviente de los realistas de Madrid.
Ni las crisis, ni los coronavirus, ni el destino, si lo hay, entienden de genios. Y si no que se lo pregunten al pintor y escultor Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936), para quien este 2020 está siendo un año durísimo. El pasado 17 de febrero llegaba la primera crisis (personal, vital): moría su esposa, la también pintora María Moreno, tras una larga enfermedad. Se apagaba su luz. Así solía referirse a Mari, como la llamaba. Y, tan sólo un mes después, cuando aún no ha tenido siquiera tiempo de superar el luto, llega el mazazo de una nueva crisis (sanitaria y también económica). Demasiados reveses seguidos para este hombre menudo –y menudo hombre–, de 84 años, que se refugia, solitario, como siempre ha hecho, en su estudio. Ayer, allí estaba puntual, fiel a su cita con su otro gran amor, el arte. Es el único superviviente de los realistas madrileños: allí estaban María Moreno, Isabel Quintanilla, Amalia Avia, Julio y Paco López Hernández, Esperanza Parada... y un abstracto de adopción, Lucio Muñoz.
¿Cómo está viviendo esta crisis?
Hay gente a la que su vida ha cambiado muchísimo, porque trabaja fuera de su casa, con otras personas, pero mi trabajo es muy independiente, solitario. Los pintores, en general, seguimos haciendo la vida de siempre. Mi vida no ha cambiado prácticamente nada. Me impresiona lo que estoy viendo, pero ha pasado muchas otras veces. El hombre tiene hoy demasiadas necesidades, y es muy invasivo. Se acabará volviendo contra él. Nota aquí.
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