domingo, mayo 03, 2020

Michael Robinson

Robbo

Ya os conté que estuve en Liverpool viendo la batalla de Anfield, el último gran partido, inmenso partido, de toda una época. Reconozco, entre el miedo y el frío que pasé allí durante el encuentro, haberme acordado varias veces de Michael Robinson, imaginándomelo celebrar algún gol con The Kop, la grada más famosa y más querida del mundo del fútbol, probablemente. Tuve tiempo, entre el frío y el miedo de Anfield, de imaginarle en la cabina de comentaristas durante el partido, loco por bajar a rematar algún corner.
Gracias a ese partido y a ese viaje pude abrazar al inglés la madrugada siguiente al partido en el aeropuerto John Lennon de Liverpool. ¿Cómo no amar una ciudad cuyo aeropuerto se llama John Lennon? Eso le pasaba al inglés y eso me pasa a mí. Amor por Liverpool. De hecho, cuando el Atleti perdía 2 a 0 en la prórroga y estaba momentáneamente eliminado, me consolaba malamente, tra tra, pensando que Liverpool era la ciudad de los Beatles, la ciudad de Robinson, y Anfield el estadio donde habita The Kop y el campo donde Fernando Torres amó y fue amado. Que no es poco. Caer en Anfield y ante el campeón de Europa también merece una medalla. Pero somos el Atleti. Nota aquí.


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