Coppel cinco meses después
El romántico e irónico cantautor dylanita getxotarra Íñigo Coppel interactuó con la audiencia atenta y conmovida que atendió a su matinée sabatina en el pub Residence
El romántico, mitómano y dylanita cantautor Coppel (tiene familia alemana, como reveló antes de una canción), un getxotarra residente en Madrid, dio el sábado al mediodía su primer concierto tras cinco meses de parón pandémico en el pub Residence, que se llenó de gente salvando las distancias. Reconocimos a músicos como Francis Doctor Deseo, Dani Merino, Lee Perk y uno de Los Retros, y a ilustres como Bolo, amigo del artista, quien ofreció un recital de 16 canciones en 87 minutos levemente menguantes pero siempre estupendos («perdonad que esté desentrenado, es normal en los tiempos actuales», se excusó al final el muy autocrítico que actúa siempre sin atril).
Abrió la sesión hablando de sí mismo en 'El pueblo contra Íñigo Coppel' («gracias por venir a escuchar a este santo que a veces se cansa de luchar» reza la letra trágica y no creemos que victimista; al acabar la primera bromeó el cantautor rock: «cinco meses sin tocar, estoy agotado»), cerró también hablando de sí mismo pegado a la barra en 'La balada de Íñigo Coppel' (con gorgoritos duduá onda The Belmonts y letra intimista con cachos a lo Pablo Carbonell existencial), y en el medio se inspiró en sus exnovias (enlazó dos sobre la famosa Raquel: la springsteeniana y derrotada 'Luces de Atocha' y el tango en esta ocasión sarcástico 'Éramos tan jóvenes', que le iría como anillo al dedo al torero Ponce por lo de su nuevo amor de 21 años), en sus ídolos ('Canción para Woody Allen', la cima de la cita, «'desdedicada' a Mia Farrow» y entonada con sentimental vibrato vocal) y, claro, coló más sobre sí mismo ('Sólo los camareros saben que es mi cumpleaños', la otra que cantó pegado a la barra, cuando confesó en la introducción: «no sé vosotros, pero yo hace años que los celebro solo, apago el móvil y me paso por ahí todo el día»). Nota aquí.
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