Así coronó Hemingway al rey de los daiquiris
Un documental rescata la figura de Constante Ribalaigua, el coctelero catalán que convirtió a El Floridita en uno de los mejores bares del mundo.
“No te molestes en descubrir iglesias, edificios o plazas de una ciudad. Si quieres conocer su cultura, pasa una noche en sus bares”. La frase pertenece a Ernest Hemingway. Lo primero que hizo cuando llegó a La Habana fue bebérsela entera. El escritor estadounidense pisó Cuba por primera vez en 1928. Se alojó dos días en el hotel Ambos Mundos, en la calle Obispo, una de las más turísticas de la capital. A unos pasos, en la esquina con Monserrate, encontró El Floridita, un bar que frecuentó durante 22 años y que popularizó en Islas en el golfo, una novela publicada póstumamente. Allí entabló amistad con su propietario, Constante Ribalaigua, un emigrante catalán al que bautizó como el rey de los daiquiris. Un documental rescata ahora su figura.
Constante y El Floridita de Hemingway competirá este domingo en el XXIII Festival de Cine de Málaga dentro de la sección oficial de Cocina, que este año se estrena en el concurso. La película es el resultado de la investigación realizada por el periodista catalán Ramon Vilaró, que se topó con la historia en los años noventa. “Constante es uno de tantos jóvenes que emigraron a Cuba. Empieza a trabajar con unos parientes y en 1914 llega a El Floridita. Cuatro años más tarde se convierte en su propietario”, revela. Aquello cambiaría por completo la historia de la coctelería. Nota aquí.
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