En el recuerdo
Me llegan tantos nombres.
Amigos que me vienen de los días
luminosos y limpios del pasado
cuando éramos jóvenes y hermosos
y los dioses nos habían bendecido.
Os recuerdo esta noche. El pueblo duerme.
Ladra, lejano, un perro. De los montes
viene un frescor de hierba y madreselvas.
Si pudiera teneros ahora mismo,
y hablar como se habla de las cosas
que no son importantes, pero tienen
esa calma de domigo por la tarde.
Hablaros de vosotros, de la vida,
del vino y de la risa, de la paja
en las eras y del hombre
que espera inútilmente en su esperanza.
Recordar con vosotros ciudades,
viajes que nunca hicimos,
los libros y los versos.
Algún amor perdido o esa noche
en que fuimos, libres y borrachos,
soldados al asalto
del Palacio de Invierno.
Desde esta soledad, cuánta belleza
se derrama en la noche. Veo las luces
de algún pueblo perdido en la distancia.
Esas estrellas frías que quisimos
guardar en los bolsillos.
Pero es todo esto tan extraño.
Tan perdido en el tiempo y, sin embargo,
tan cercano a nuestras almas
que todo se deshace entre las calles
de este pueblo desierto de habitantes.
Mas, qué importa. Brindemos por nosotros,
que nos lleven las horas y esta noche
-los recuerdos fugaces en el cielo-
que nos vuelva la vida y nos abrace,
como a un niño que no quiere dormirse.
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