sábado, octubre 03, 2020

Rodolfo Serrano

Planes de futuro
Cada día descubro algún desastre
en este cuerpo que se me cae a pedazos.
Son cosas que no tienen importancia:
las pequeñas molestias:
dolor en la rodilla,
un ojo enrojecido, este cansancio
de frío y de automóviles.
Son los años y tú, me digo al recordarte.
Y tu ausencia que duele, suave y tierna,
la nostalgia de noches, que se suman
a este cuerpo que ya no aguanta nada,
a este músculo inútil y esta carne vencida,
ni siquiera carne recordada.
Pienso en ti algunas veces. Ya no eres
ni la palabra amor. No sé qué haces,
en quién piensas ahora
ni si hay alguien que te hace
sufrir con su abandono. Se fue todo,
lo mismo que un suspiro
dentro de un viento de nubes y tormenta.
Ahora bebo despacio,
escribo en este espejo donde viven
esos amores viejos que olvidaron
mis nombres y mi rostro.
Y sé que, sin quererlo,
amor, te echo de menos,
por mucho que me esfuerce en ignorarlo.
Tomo mis medicinas y, prudente,
me acuesto muy temprano.
Duermo poco.
Releo antiguos libros. Río a veces.
Y espero, tal vez únicamente, que amanezca
un día como el de hoy, tan luminoso.
Y, luego, ir a buscar
el pan y los periódicos.
Esperar una llamada que no llega.
Prepararme un café. Mirar por la ventana.
Si bien se considera, no es mal plan,
tal como están las cosas ahora mismo.



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