sábado, noviembre 28, 2020

Pappo

 La historia de “Mi vieja”, la canción que Pappo convirtió en hit pero odiaba

La compusieron Sebastián Borenzstein y Eduardo Frigerio para el programa de Tato Bores, cuando Norma Plá y los jubilados copaban la agenda mediática. Y la grabó el gran Carpo, que siempre pensó que un chiste. Pero cuando se difundió en la radio la gente la empezó a pedir y la discográfica decidió -aún a disgusto del rockero- incluirla en Blues Local, el álbum que relanzó su carrera a principio de los ’90.

Corría el año 1992, para variar el país estaba patas para arriba como un perro demente.

Menem-Cavallo, el 1 a1, no existía Internet , los teléfonos celulares eran del tamaño de un diccionario, aparecía incipientemente la TV por cable y los jóvenes de ayer empezábamos a asomar un poco la cabeza después de unos años aterrorizados por el SIDA.

Mas allá de semejanzas y diferencias, en Argentina los jubilados estaban en problemas y había una mujer jubilada corajuda, vieja y valerosa que se les ponía enfrente a quien la cruzara, desde funcionarios a periodistas, dejándolos a veces en vergonzosos off sides. Se llamaba Norma Plá y juntaba apoyo y seguidores en cualquier aparición mediática que la expusiera. Así fue que nosotros, los jóvenes de ayer, rockers y amantes de las revoluciones, encontrábamos en Norma y sus actitudes mucho de lo que le estaba faltando al rock por estas latitudes.

Otro de los íconos mayores de esos jóvenes de ayer era el genial Tato Bores, humorista político que aun hoy se extraña. Nunca habrá otro igual, aunque mas de uno regalaría su brazo derecho por una pizca de su gracia y precisión al actuar. Obviamente en esos días Tato dedicaba gran parte de sus monólogos a la gesta de Norma y esos programas del domingo a la noche eran vistos por toda la sociedad. Un prodigio de discurso y producción que estaba en manos de sus hijos Sebastián y Alejandro Borensztein, a la sazón dos de los mas creativos y trabajadores de la televisión argentina, que ahí estaban sosteniendo intelectualmente a su padre. No porque Tato Bores necesitara apoyo intelectual, sino porque los hijos lo acercaban a la muchachada que andaba medio huérfana de referencias. Nota aquí.



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