ORIGEN
Del soneto aprendí a respetar la luz.
De la décima, el idioma.
De la oda, la reflexión.
Del romance, la tradición oral.
Del romancillo, la asonancia amorosa.
De la égogla, el pastoreo de las emociones.
De la epístola, a dirigirme a tí.
De la lira, el amor por Garcilaso.
Y del verso libre, aprendí a tejer el ritmo poético de mis días,
en base a todo lo anterior.
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