Un recuerdo
Pienso en ti, tan lejana, en esta tarde,
con la noche cayendo por las calles,
entrando por la casa, deshaciendo
rincones y recuerdos como el tuyo.
Estás -y te recreo- en cualquier sitio,
dama mía añorada de otro tiempo,
con esa misma, dulce y misteriosa,
sonrisa desmayada de tus labios.
Hojeas algún libro, bebes vino
en una habitación, en la penumbra.
Tal vez alguien te hable y tú le escuches.
Y mires, sin querer, por la ventana.
Tendrás, seguramente, alguna cana.
Y el pelo será corto como entonces.
El flequillo cubriéndote la frente
(de vez en cuando soplas y lo apartas).
Juraría que estás igual que entonces:
el pecho adolescente, la belleza
con que apoyas el cuerpo en cualquier mueble
o ese gesto tan tuyo de cansancio.
Nada habrá, ya lo sé, nada que traiga
el color de los días de tu nombre.
Esa gloria perdida de las calles
que vieron nuestra sombra en sus paredes.
Mas qué dulces resultan los recuerdos
cuando el dolor de ayer es solo olvido.
En noches como ésta te imagino
tan lejana y tan cierta y tan hermosa.
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