sábado, enero 23, 2021

Vinos Chueca

 El Bobby, el de Vinos Chueca, en Casetas

La taberna, situada en el centro del barrio, tiene 80 años de historia; los últimos 30 se han vivido con su actual propietario, el músico Roberto Artigas, al timón

En su carné de identidad pone Roberto Artigas, para el mundo de la música local es Gran Bob y entre los amigos y vecinos responde por Bobby. Este músico y cantinero pasa sus días en un lugar mágico, una taberna con 80 años de historia que le tiene como protagonista y guardés en los últimos 30. Todo lo que hay dentro de Vinos Chueca cuenta una historia, incluidas las deliciosas croquetas y la tortilla de patata, y casi todo –pregunten ustedes cuando vayan– está a la venta. Juguetes, recuerdos, revistas… un paraíso para nostálgicos, coleccionistas y amantes del kitsch en general. "Esto empezó en 1940, antes era carbonería. Comenzó el abuelo de mi mujer, el apellido Chueca es de su familia; emprender en la posguerra marca carácter. Lo que ves ahora al entrar es la confluencia de muchas cosas; una de ellas es la ubicación de Casetas, la última frontera entre lo urbano y lo rural por este lado. Somos un barrio de Zaragoza, al fin y al cabo, pero nuestra alma de pueblo hace que mantener la personalidad y las señas de identidad de un lugar sea más sencillo".

La esencia de Vinos Chueca es claramente artística. "Mi intención vital es la que es, no se puede evitar; a todo le veo la parte estética. Esa forma de pensar la he volcado en el bar, y se contagia a mis clientes, que también son amigos. Hay exposiciones, presentaciones de todo tipo, y mucha música, claro; tengo bandas ‘residentes’ que ensayan aquí, los instrumentos están a la vista y afinados para cada momento, hay varios banjos; los grupos son Blues Whale, The Bluegrass Lions y Los Tres Norteamericanos, aunque en esta última aventura hayamos perdido a Joaquín –alude a Carbonell–; estamos viendo David (Giménez, también hostelero y entrañable librepensador de Remolinos con su Enlatamus) y yo cómo nos sobreponemos al trago, ha sido muy duro. Joaquín era una fiesta, la ha generado 20 años aquí; polarizaba las conversaciones, tocaba la guitarra, comentaba las noticias… y siempre traía alegría". Nota aquí.




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