Una creencia
No se precisa hacer ostentación, el tesoro está dentro del pecho. Eso, para mí, es el ser andaluz
Yo sigo creyendo en Andalucía. Y lo hago a mi manera, que es una manera humilde de creer. Entre otras cosas, porque nadie me ha dicho cómo hacerlo, y ese sentimiento lo percibo como un descubrimiento natural. Quizá algo de eso hay en esta libertad: la certeza absoluta de que nadie ha tratado de imponérmelo. Es algo que se va manifestando a medida que creces, a medida que viajas a otros mundos y hasta vives en ellos, y descubres de pronto coincidencias, líneas que se cruzan en el tiempo sobre las geografías, como un hermanamiento muy sutil que se vuelve poroso y se revela en una lluvia lenta de matices. Lo que te diferencia, pero también aquello que te une, desdibuja los límites, para después volver a levantarlos. Sin embargo, nunca he imaginado aquí unos muros reales, sino una laxitud de tarde y música, en una plaza abierta en la que siempre hay sitio. Hay algo de abandono, hay algo genesíaco de placer hondo y nítido, un fuego crecido en la distancia. Nota aquí.
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