martes, febrero 23, 2021

Manuel López Azorín

 Hoy, se cumplen 82 años de la muerte de Don Antonio Machado murió de pena y de cansancio en Colliure (francia) y allí continúa enterrado. Murió a los 64 años con unos versos en el bolsillo que evocaban su infancia sevillana: " Estos días azules / y este sol de la infancia" y con un dolor en su pecho republicano por tener que exiliarse y abandonar el país que le vio nacer y que tanto amaba y negaba al mismo tiempo: "Tengo un gran amor a España y una idea de España completamente negativa. Todo lo español me encanta y me indigna al mismo tiempo."( de su autobiografía)

Uno de los grandes poetas españoles, referencia de muchos poetas que llegaron después y que sigue vivo en la memoria colectiva porque la poesía de Machado es ya "palabra en el tiempo" Os dejo uno de sus poemas titulado
Retrato
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Antonio Machado
(retrato de Joaquín Sorolla)



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