Ya no somos los mismos
De todos los encuentros y las noches canallas,
de todas las mujeres que un día nos amaron
en estas viejas calles y en ciudades extrañas,
no olvidaré jamás este hotel del invierno,
el frío de las sábanas y el calor de tus ojos.
Y si vuelves, si vuelves en bandada de pájaros,
yo te estaré esperando en los bares más tristes,
beberé del olvido y buscaré en las sombras,
como un gato perdido por todos los tejados,
tu nombre que dejamos escrito en las paredes.
Besaré los recuerdos de aquel amor primero,
el fin de los veranos, las fugaces tormentas,
la añoranza en la tarde de domingos de cine,
cigarrillos Bisonte y el olor a colonia
en el pelo de todas las muchachas de barrio.
Ya no habrá más pasiones como las que vivimos,
las que abrieron el pecho en la herida más dulce
y dejaron sin horas los relojes del mundo.
Hoy no somos aquellos aunque aún nos empuje
la vida y nos arrastre hasta el mismo desastre.
Este hotel no es ya el nuestro. Ni las sábanas frías,
ni va a ser esta noche una noche sagrada.
La nostalgia es, amor, la espuma de los días
que tachamos en rojo en viejos calendarios.
Así que ven, destruye las sombras y los miedos.
Será la vida este momento de añoranza.
Y el dolor del recuerdo en tu piel y en la mía.
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