Volver a la niñez
A
Ana Montojo
, que me dijo precisamente estoVuelve a la niñez, me dices. Y adivino
una sonrisa tuya en el teléfono.
Volver a la niñez, volver mil veces
a ese primer amor de chocolate,
al olor a ozono pino de los cines,
la leche en polvo y el queso americano.
Y regresar, desnudo de temores,
al calor del verano, a la dulzura
de la escuela y los cuadernos escolares.
Y sentir que es la vida, nada menos,
una mañana soleada de domingo,
o la siesta de un verano inacabable.
Volver a la niñez y a los espejos
de cuando eran eternas nuestras vidas.
Detener un instante el calendario,
y dejarse caer como los ángeles
en los pecados que un día nos hicieron
iguales a los dioses y a su gloria.
Ahora que las tardes son tan frías
y tan cortos los días y tan grises
y el viento nos derriba nuestra casa
y no pisamos los charcos del camino,
busquemos al calor de la nostalgia
al niño que aún guardamos en el pecho.
Y paseemos juntos por las calles.
Sintamos el olor que en el crepúsculo
sale de las cafeterías y los bares,
el perfume de todas las muchachas
que iluminan la luz de las farolas.
La ciudad será un paraíso descubierto.
Nos detendremos en todas las esquinas
en las que se despiden los amantes.
Y, cuando venga la noche oscura y suave,
volveré a ser el niño que escribía
unos versos de amor en la cocina.
(Los que dejé en tu cabás sin tú saberlo).
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