Sylvester Stallone, el perdedor que se volvió monumento
Su aspecto poco agraciado y su escaso talento interpretativo sugerían una cadena de fracasos, pero "Rocky" lo cambió todo. Aun preso de su propio personaje, Sly consiguió meterse en la historia de Hollywood.
No es uno de los momentos más gloriosos de Sly en la pantalla. Se está arrastrando a través de una concurrida calle de New York, mirando con astucia, hasta que se las arregla para tropezar con un desaliñado hombre que camina en la dirección contraria. Se hace con la billetera del hombre. El hombre lo persigue. Corren a través de Central Park. El hombre está neurótico, resollante, bien entrado en la mediana edad y muy fuera de forma física. De alguna manera, de todos modos, consigue alcanzar a Sly, salta encima de él y lo amenaza con reventarlo a golpes a menos que le devuelva la billetera de inmediato. Sly cumple con la exigencia dócilmente.
La futura estrella de Rocky y Rambo es casi ciertamente el único personaje en toda la historia del cine en terminar segundo en una pelea con un personaje interpretado por Jack Lemmon. La película en cuestión es El prisionero de la segunda avenida (Melvin Frank, 1975), una adaptación de la obra teatral de Neil Simon que trata sobre la angustia de la clase media en la mitad de la vida viviendo en Manhattan. Sylvester Stallone, que cumplirá 75 años dentro de un mes -el próximo 6 de julio-, ha construido su carrera cinematográfica sobre la base de lo físico. El es el "Semental Italiano", ese apodo que tomó prestado del boxeador que interpretó en las películas de la saga Rocky. Y aún así ahí estaba, en su temprana aparición en una película, abatido por el más insignificante, más blando protagonista. Nota aquí.
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