domingo, junio 06, 2021

Gabriel García Márquez

 Un libro refleja los últimos días de García Márquez con su compañera de vida

"Gabo y Mercedes: una despedida" es una crónica íntima del cineasta y guionista sobre la última etapa del escritor colombiano más importante del siglo XX y de su esposa, con la que convivió durante más de 50 años. La pérdida de la memoria y la enfermedad atraviesan este libro que exhibe, de todos modos, una apreciable cuota de humor. 

“Su corazón se detuvo”, dice la enfermera en la casa del barrio de San Ángel (México). En esa casa, donde vivía desde 1961, Gabriel García Márquez escribió Cien años de soledad. “Gabo” estaba ahí cuando lo llamaron de Estocolmo para anunciarle que había ganado el Premio Nobel de Literatura en 1982. El hijo primogénito --que se siente su “hijito” y padre de su padre a la vez-- entra a la habitación ese 17 de abril de 2014. Es jueves santo. “Se ve destrozado, como si algo lo hubiera fulminado –un tren, un camión, un rayo-, algo que no le causó más heridas que arrebatarle la vida. Rodeo la cama y me acerco a él y maldigo en voz baja”, cuenta Rodrigo García en Gabo y Mercedes: una despedida (Literatura Random House), una crónica íntima sobre los últimos días del escritor colombiano más importante del siglo XX y de Mercedes Barcha, su compañera de vida, que murió en agosto de 2020.

Mercedes –-a quien Gabo llamaba “Meche”, La Madre, La Madre Santa-- también entra a esa habitación y él hijo describe cómo reacciona cuando ve muerto al hombre con el que se casó en 1958 en Barranquilla (Colombia). “Mira a mi padre de arriba abajo con desapego, como si fuera su paciente. Le levanta la sábana hasta el pecho, la alisa, pone su mano sobre la de él. Mira su rostro y le acaricia la frente y por un momento es impenetrable. Luego se estremece por un instante y estalla en llanto. ‘Pobrecito, ¿verdad?’. Incluso antes que su propio dolor y tristeza, siente una profunda compasión por él. Solo la he visto llorar tres veces en toda mi vida. Esta última no dura más de unos pocos segundos, pero tiene el poder de una ráfaga de ametralladora”, revela Rodrigo (Bogotá, 1959), director de cine y televisión. Nota aquí.



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