miércoles, julio 28, 2021

Felipe Benítez Reyes

Lo de Cuba

He viajado en cuatro ocasiones a La Habana. En total, poco más de un mes allí. A pesar de ser muy poco tiempo, he visto por dentro algunas casas en que viven políticos de jerarquía mediana y algunas casas en que vive la gente teóricamente uniclasista. He entrado en establecimientos en que se paga en dólares americanos y en otros en que se paga en pesos cubanos. He oído a un joven taxista licenciado en Derecho: «Fidel Castro arruinó la vida a mi abuelo, luego a mi padre y ahora a mí». He oído a varios políticos: «Acá, por culpa del bloqueo, no podemos resolver nada», y encogerse de hombros, liberados de cualquier responsabilidad de gestión: el bloqueo, ese sinsentido que, una vez caída la URSS, admite muy pocas justificaciones y que, paradójicamente, actúa como sostén victimista y exculpatorio del régimen y como azote de la gente de a pie.

He visto a poetas parasitarios y serviles convertir las consignas absurdas en una salida laboral. He hablado con un escritor que fue un preso político en los tiempos de Batista: «No habíamos luchado para esto». He visto a centenares de muchachas, cada cual con un melodrama tal vez menos real que estratégico, merodear por las zonas turísticas en busca de romances fugaces pero productivos.

Cada cubano lleva consigo, en suma, su novela. Nota aquí.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario