Nombrar y existir
A veces veo pasar tu nombre,
conjugado en solitario,
recogido en las personas del verbo,
como estrella fugaz o rayo verde,
como fantasma sin aurora.
Pero sé que eres tú,
que te disfrazas
para que el viento cicatrice.
Te nombro y existes,
porque nadie te ha llamado
con el nombre de la certeza.
Tu nombre ha pasado por el horizonte,
atropellando la rutina de los días,
con licencia del tiempo
y cierto despiste en los modales.
Tu nombre camina con licencia caducada,
como pájaro apátrida
corroído por el desamor.
Todo lo que tiene nombre existe.
Y de eso te vales.
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