sábado, julio 03, 2021

Rodolfo Serrano

 Pueblos

Si vas hacia el oeste, por viejas carreteras
que atraviesan los campos amarillos y secos,
y cruzas por los pueblos olvidados, desiertos,
con ese sol terrible, cegador, que te aplasta.
Verás águilas altas en un azul de nubes,
con el viento caliente que asfixia hasta a los pájaros
y, lejos, muy lejano, un horizonte apenas
dibujado en difusa calima temblorosa.
Si vas hacia el oeste, sin prisas ni destino,
pasarás algún club, pura ruina, sin luces,
verás en un otero los restos de un castillo,
mudo testigo ahora de los tiempos de gloria.
El mar está lejano, aunque siempre adivines
en el aire un perfume de salinas y algas.
Y ese temblor dulcísimo que acaricia el matojo,
y que a ti te parece una brisa marina.
Párate en cualquier pueblo. En este mismo. Busca
el bar oscuro y limpio donde los cuatro viejos
dejan pasar el tiempo ante un vino caliente
y saluda discreto, amable y educado.
Son la España marchita, sin dios que les asista,
olvidada de reyes y gobiernos lejanos,
y tú, sin tú saberlo, serás, sin duda alguna,
el único suceso del que hablen en la cena.
(Sigue luego tu viaje. El mar siempre está lejos).
La foto es de Raul Cancio.



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