lunes, septiembre 20, 2021

Rodolfo Serrano

 Comida para dos

En silencio los dos. Esta comida
es un encuentro amable del pasado.
Y no hay que decir nada. Las viandas
son un adorno más sobre la mesa.
Una copa de vino y el silencio.
Tampoco hay mucho más. Una palabra
se cruza entre nosotros. Un destello.
Sonreímos. Y nada nos importa.
El pasado es un pájaro mojado,
ya no puede volar a las estrellas.
Un recuerdo -¿te acuerdas? No te acuerdas-.
Y estamos con los días a la espalda,
soportando estas horas sin relojes.
La vida está cumplida -me parece-
y tú y yo somos polvo. Sólo eso.
No hablamos ni siquiera de las cosas
que se hablan a una edad como la nuestra.
Dejemos que este vino nos embriague,
que nos llene la nostalgia y que este instante
de eternidad sea eterno, eterno, eterno.
Y el tiempo se congele en esta mesa.
La cuenta. Un café solo. Y un chupito
por cuenta de la casa. Por la calle,
la lluvia cae sobre un brillo de automóviles.
Apenas si has hablado. No hace falta.
No creo, ni siquiera, que me escuches.
No vives en las líneas de este mapa.
Salimos a la calle. En el asfalto
la luz rompe la sombra de los árboles.
En silencio los dos hasta la boca
del metro más cercana. Nos miramos.
Tenemos que quedar más a menudo.
Y te digo que sí. Cualquier día de éstos.
(Hay un tren que se marcha sin nosotros).
La foto es de Raul Cancio.



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