sábado, octubre 16, 2021
Ana Montojo
EL ÚLTIMO CIGARRO
Con el mismo deleite del que diera
-orden facultativa inexorable-
la última calada al último cigarro
para luego pisarlo con rabia contra el suelo,
así fue nuestro beso, dulzura contenida,
sujetando las riendas al deseo.
Te mojaste los labios con mi tristeza húmeda,
una leve caricia y repetimos
antes de separarnos,
porque los dos sabíamos
que mañana la vida diría en su consulta,
con frialdad implacable de cardiólogo,
que había que dejarlo sin remedio.
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