Un sueño
Soñé anoche contigo. Estabas como
en los días de gloria, guapa y joven.
Y soñé que reías como entonces,
esa risa que todo alborotaba,
que vestía de nubes nuestros pasos.
Estábamos los dos en una extraña
ciudad desconocida, en una noche
de bares y de hoteles. Por el aire
sonaba aquella música que un día
nos llenó los bolsillos con estrellas.
Fumabas como entonces y me hablabas
-no recuerdo de qué. No era importante-
mientras yo sonreía y te escuchaba
pendiente, como siempre, de tus labios.
Notaba los latidos de tu sangre,
el calor de tu piel, muy dulce y suave.
Recuerdo que, de pronto, te encontraba
en antiguos tugurios y que, luego,
subíamos a un tren y que mirábamos,
a través del cristal, la luz lejana
de una ciudad sin nombre y sin memoria.
Y nunca desperté. Quedé a vivirte
en ese mundo tuyo. Con el cálido
abrazo del recuerdo. Yo, contigo.
(Qué importa que la vida nos separe.
La vida nada puede con los sueños).
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