miércoles, enero 26, 2022

Ana Montojo

¿POR QUÉ?
le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué más da! Emocionado… Emocionado…
(César Vallejo)
Porque no somos nada y somos todo,
porque vivimos solos, cada uno
en el pequeño núcleo de lo nuestro
y creemos que amamos y que odiamos
sin saber casi nada los unos de los otros
ni apenas preguntarnos qué le angustia al de enfrente,
qué clase de dolor le mata cada noche,
por qué se esconde en risas engañosas
o en silencios graníticos
que a lo mejor estallan en sollozos
en el refugio de su soledad.
Y porque solo vemos el perfil que nos muestra
-irremediablemente fragmentario-
y no necesitamos más detalles para emitir un juicio,
no vaya a ser que pueda conmovernos
y ponga en entredicho la sentencia.
Declaramos que somos sus amigos
o nos decimos irreconciliables
por una irracional cuestión de piel
sin pensar ni un momento que vivir,
simplemente vivir un día más,
puede ser el empeño más difícil.
Porque nuestras miserias son lo más importante
que nada nos distraiga de lo nuestro,
que nada nos enturbie la mirada
para ver claramente nuestras penas
sin una concesión a las de otros.
Y plagiando a Vallejo, le hacemos una seña,
se acerca y le abrazamos, no sabemos
qué sacude su pecho de esa forma,
casi casi parece que estuviera llorando.
(El dibujo es de Tulia Guisado y está colgado en mi casa)



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