“Es mi triunfo más inesperado”
El campeón subraya el “proceso” previo que vivió para poder llegar al torneo y reitera que ser el más laureado de todos los tiempos “nunca ha sido una obsesión”
Siempre aplicado, Rafael Nadal enfiló nada más acabar la ceremonia final el túnel de vestuarios para dirigirse rodeado de su equipo a la sala de recuperación instalada en las entrañas de la Rod Laver Arena. Una vez allí, se desplomó rendido sobre una esterilla y bromeó con su fisio, Rafael Maymò, Titín para el campeón. Acto seguido, se subió a una bicicleta estática y comenzó a pedalear de forma relajada para liberar el estrés muscular y articular que había acumulado en sus piernas después de más de cinco horas de paliza sobre la central.
En ese instante, accedió a la sala el legendario Rod Laver —11 grandes, la gran eminencia masculina del tenis local— y Nadal interrumpió la marcha para agradecerle la felicitación. Después, ingirió algunos alimentos para reponer fuerzas y se dirigió a la sala de conferencias, donde transmitió el mismo mensaje prudente de los días previos, pero aderezado el discurso de un tono melancólico. Nadal, el único jugador junto a Novak Djokovic que ha conquistado en más de una ocasión cada uno de los cuatro grandes en la Era Abierta (a partir de 1968), se expresó emocionado, como si estuviera en una nube. Nota aquí.
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