El bodegón irreverente que se instaló en una fábrica abandonada y se convirtió en un nuevo clásico
La Pulpería del Cotorro es uno de los 50 restaurantes porteños que participan esta semana de “Pintó Bodegón”, una iniciativa que incluye menús a precio promocional
“Nuestros platos son poderosos, no son obras de arte conceptuales, acá se viene a comer. No hay vueltas al asunto”, declara alto y fuerte Julián Mazzeo desde el mostrador de La Pulpería del Cotorro.
“La idea es que vengas y comas fuerte. Decimos que nuestros platos son para compartir, pero nos gusta pensar que son para una persona que le gusta comer muy bien”, advierte Mazzeo. La Pulpería del Cotorro se ha convertido en un nuevo clásico. Una legión de clientes la elige por el menú y su original propuesta. “Más allá de la comida casera, reflejamos un ambiente casero”, acuerda Mazzeo.
Cada bodegón muestra sus banderas más emblemáticas, aquellas que definen su historia. “Tenemos dos caballitos de batalla”, advierte emocionado Mazzeo: la milanesa “Endemoniada” y “El nido del cotorro”. La primera es una interpretación abierta de una napolitana con carne fileteada con hierbas y salsa de hongos. El segundo, se sirve en una cazuela de barro bien caliente con un colchón de papas, mozzarella, cordera voladora (carne en hebras), aceitunas y un huevo frito que corona el épico plato. Va acompañado con un chopp. Nota aquí.
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