sábado, abril 23, 2022

Rodolfo Serrano

 Nada podrá contigo

Vienes desde el pasado. Traes un viento
que barre este dolor, que abre los cielos,
que empuja contra el muro miedo y miedo.
Un viento con olor a pruno y lilas.
Y la casa se me llena de alegría.
Hoy este sol me viste de añoranzas,
acaricia tu cuerpo, ya difuso,
casi sombra muy leve y, sin embargo,
real, caliente, vivo como cuando
tú buscabas la forma de mis manos.
Me vienes como el beso de los niños,
como un dedo que escribe por mi pecho
tu nombre, cinco letras, donde nace
el universo mismo y esos días
hermosos como un tren de madrugada.
Y todo se revuelve. Los dolores
se escapan como el aire en mis pulmones,
la mañana se vuelve deslumbrante,
se detiene el reloj en mi muñeca
y hasta los dioses comen de mi mano.
Vivir, vivir, vivir. Volverse loco,
buscar una taberna, emborracharse,
comerte a besos, comprarte un suéter rojo,
abrazarte en museos y en tugurios,
regresar a los tiempos de la dicha.
Porque ni estos dolores, ni la herrumbre
de este cuerpo abandonado, ni siquiera
el deseo de la muerte, nada puede
hacer que este recuerdo, lo que fuimos,
se pierda en el camino de la noche.
(Contigo, la añoranza es sangre nueva).
La foto es de Raul Cancio.



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