"Tengo muy naturalizada la
inquietud de buscar sonidos. Eso nos mantiene activos y actuales", sostiene el
cantante, sobre la diversidad genérica de sus álbumes. Apenas comienza la
entrevista, Diego Torres desconcierta al reconocerse como un piropeador del
coiffeur, luego de ver a alguien con un raro peinado nuevo dando vueltas por el
lugar. Acto seguido, añade otra confesión: la pandemia lo invitó a hacer un poco
más de base en Miami. “Antes iba y venía todo el tiempo, pero todo cambió desde
hace dos años”, dice con cierto dejo a resignación. “Ahora estoy intentando
recuperar esa dinámica que me llevaba a estar un tiempo allá y otro acá”. A
propósito de esto último, el cantante se encuentra en Buenos Aires para encarar
los shows con los que presentará en el teatro Gran Rex su más reciente disco de
estudio, Atlántico a pie (si bien las funciones estaban pautadas para el 19, 20,
21 y 27 de mayo, el artista, tras confirmar la semana pasada que dio positivo en
coronaviurs, las reprogramó para el 25, 28 y 29 de este mes. La fecha del 27 se
mantiene igual).
El título de su noveno álbum de estudio, publicado en mayo del
año pasado, alude al vínculo que fue construyendo con la cultura musical que
enlaza a la orilla americana de ese océano. Partiendo por Colombia, país con el
que estableció un idilio afectivo y sonoro desde mediados de los noventa. Al
punto de que se transformó en la tercera pata de su carrera artística. “Colombia
se metió en mi corazón a partir de que tenía amigos que viajaban para allá y me
decían que mis canciones sonaban en las radios de lugares como Cartagena”,
explica Torres. “Después fui personalmente a conocer, y empezó una relación que
paulatinamente fue creciendo. Hice amigos, colegas y hasta tuve una pareja
colombiana. Curiosamente, ahí encontré mi amor por el tango tomando un whisky
con mi gente querida, en medio de esa bohemia que es tan linda. Muchas cosas nos
fueron uniendo”. Nota
aquí.
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