miércoles, mayo 04, 2022

Luis García Montero

 La soledad y el orgullo

Recuerdo el sentimiento de soledad que viví al visitar la casa de Manuel de Falla en Alta Gracia, una ciudad de la provincia de Córdoba, en Argentina. Me identifiqué con la tristeza de un músico expulsado de su vida por culpa de los suyos. Después de sufrir la barbarie del golpe de Estado de 1936 en Granada y de fracasar en el intento de salvarle la vida a Federico García Lorca, aprovechó la excusa de unos conciertos en Buenos Aires y se alejó para siempre de España.

Falla era muy religioso, su música modernizadora y europea no le había salvado de una devoción católica obsesiva. Por eso fue muy duro ver cómo los autollamados defensores de su Dios se levantaban en armas para hacerse con el poder de forma desgraciada, subiendo la mentira y el asesinato a los altares. Cuando un enemigo ideológico te agrede, tienes tu propia razón y tus sentimientos para darle una respuesta a la vida. Cuando son los tuyos los que pervierten el sueño de una existencia legítima, la soledad íntima es extrema y el corazón se ve obligado a latir no ya en la lejanía, sino en el vacío. Crónica aquí.




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