domingo, mayo 15, 2022

Luis García Montero

 Invitación a la memoria

Cuando se le toma confianza a un periódico y a los lectores, uno cae en la tentación de sentarse a escribir para contar su vida. Los acontecimientos de cada día se enredan en las palabras. Si la persona que escribe ha cumplido ya más de 60 años, esos acontecimientos dejan de ser un simple testimonio biográfico, porque se sienten intercalados en la historia general y en las experiencias colectivas de una sociedad. Pienso en estas cosas lejos y cerca de España, cuando en la Feria del Libro de Buenos Aires se representa la Invitación a un viaje sonoro, la cantata de poesía y laúd que prepararon Rafael Alberti y el Cuarteto Aguilar en 1944.

En los años 20 del siglo pasado, el luthier Domingo Esteso hizo instrumentos especiales para cuatro de los hermanos Aguilar. Ezequiel tocaba el laudín, Pepe el laudete, Elisa un laúd y Paco un laudón. Pronto cobraron fama internacional como cuarteto, presentándose con éxito en el Teatro Odeón de Buenos Aires en 1929. Tuvieron suerte, y no sólo con su carrera musical, sino en el azar que marca los destinos humanos. En junio de 1935, se reunieron en el Hotel Granada de Bogotá para concretar una colaboración con Carlos Gardel. Disfrutaba entonces un éxito desbordante en los escenarios y el cine. A la mañana siguiente, iban a tomar juntos un avión para viajar a Buenos Aires, pasando por Medellín. Una decisión de última hora les salvó la vida, porque Gardel perdió la suya cuando el avión en el que todos iban a viajar se estrelló.

También salvaron su vida en la Guerra Civil de 1936. Consiguieron exiliarse y trabajar en Argentina. Allí colaboraron con el mundo cultural de los desterrados españoles. Paco Aguilar y Rafael Alberti prepararon entonces su Invitación a un viaje sonoro, un recorrido alegre por la historia de España y Europa. La alegría puede ser también una respuesta a las realidades melancólicas. El primer libro importante de Rafael Alberti publicado en el exilio se tituló Entre el clavel y la espada (1941). El poeta sacaba la espada para combatir las injusticias de la guerra y el franquismo que habían golpeado a España. Pero no quería que la barbarie se impusiese como norma de vida. Por eso cultivó también el clavel, la poesía ágil, alegre, festiva, esgrimiendo la belleza viva del arte contra la muerte y la desolación. Nota aquí.



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